A la mañana siguiente empezamos la visita por el barrio Chino, y sus estrechas calles en las que pasa todo, y de todo, y que tenía como punto final la visita un templo budista. Por cierto, si algo he aprendido de esa visita es, que no tengas un problema eléctrico porque el arreglo debe ser my incierto como veréis.
De allí fuimos, con un buen atasco, al Gran Palacio Real (o ¿Grandes Palacios Reales? por que eran realmente bastantes) en donde el tremendo calor empezó a mostrarnos la cara, y de que manera. Entre tantos edificios, intensamente ornamentados, vimos el muy famoso Buda de Jade, imagen altamente venerada por los budistas.
Destacar que, estaban celebrando esos días el Año Nuevo, y que en Tailandia tienen la costumbre de mojarte esos días como parte de la celebración. Por ello, nuestro recorrido iba con un ojo puesto en el monumento y el otro, en cualquier animado tailandés que pusiera su objetivo en uno, aunque en algún momento del día, puedo asegurar que lo hubiera deseado.
Nuestra visita continuó hacia el Wat Poh, que es donde se encuentra el tremendo Buda Recostado, impresionante. Continuamos al templo Wat Arun, el Templo del Amanecer y de los 79 metros. Una construcción radicalmente distinta tanto en lineas como ornamentación de mosaico roto, con una sobrecargada decoración, pero brillante en lineas y estética.
Disfrutamos de nuestra primera comida oriental, en el restaurante Supatra al borde del Río. Punto de partida para el recorrido de la tarde por los canales de Bangkok, tan famosos, como sus locas barcas con motor de camión y un largo eje con la hélice. Al final de este recorrido, algunos valientes se fueron de compras al mercado y otros (entre ellos el que relata), nos fuimos al hotel a descansar de este intenso día en esta Venecia del Oriente
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